Cada año, se producen más de 4 mil millones de toneladas de cemento, lo que convierte a esta sustancia en una de las más utilizadas en la Tierra, solo superada por el agua. Sin embargo, la industria del cemento es responsable de enormes emisiones de dióxido de carbono y tiene un impacto significativo en el medio ambiente. Para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París para 2030, las emisiones del sector de la construcción deben reducirse en un 16%, mientras que se prevé que la producción mundial de cemento alcance más de 5 mil millones de toneladas para 2050.
El proceso de fabricación del cemento genera emisiones de carbono, siendo la clinkerización la principal culpable, representando más del 50% de las emisiones totales. El clinker se obtiene al quemar materias primas a altas temperaturas, utilizando fuentes no renovables. Esto resulta en la emisión de grandes cantidades de dióxido de carbono y otros impactos ambientales, como el consumo de agua y el efecto de isla urbana.
A pesar de estos desafíos, la sociedad depende en gran medida del cemento en la construcción de edificios e infraestructuras. Sin embargo, existen alternativas sostenibles que pueden ayudar a mitigar estos problemas:
AshCrete: Utiliza cenizas volantes, un subproducto de la combustión del carbón, como materia prima para el hormigón. Es resistente, duradero y más ecológico que el cemento Portland, pero su viabilidad a gran escala puede verse afectada por la reducción del uso de carbón.
Finite: Este material une granos finos de arena del desierto para crear una alternativa fuerte al concreto que se puede derretir, reutilizar o dejar que se biodegrade. Sin embargo, la escasez de arena podría limitar su potencial.
HempCrete: Mezcla fibras de cáñamo con cal y agua para crear ladrillos más ligeros que el concreto. No es adecuado para estructuras, pero es ideal para aislamiento y acabados internos.
Micelio: Los hongos pueden utilizarse en aplicaciones no estructurales, como láminas, suelos y paneles acústicos. Son altamente porosos y mejoran la calidad del aire.
Ferrock: Creado a partir de polvo de acero y sílice de vidrio molido, Ferrock se endurece al absorber dióxido de carbono, lo que lo convierte en una opción con huella de carbono negativa.
GrapheneCrete: El grafeno, un nanomaterial compuesto de carbono, puede utilizarse como aditivo para aumentar la resistencia y durabilidad del hormigón. Aunque prometedor, su producción y acceso aún se encuentran en desarrollo.
Si bien estas alternativas muestran potencial para reducir las emisiones de carbono y el impacto ambiental de la construcción, es importante destacar que reemplazar completamente el cemento es un desafío considerable. Se requiere inversión en investigación e innovación para impulsar la adopción de estos materiales sostenibles en la industria de la construcción.